lunes, 23 de febrero de 2015

París, 29 de septiembre de 1942. E. Jünger.

París, 29 de septiembre de 1942.

...A última hora de la tarde escuchando una conferencia; la ha pronunciado uno de los pequeños mauritanos, el cual ha disertado, con una cierta complacencia cínica, sobre la técnica de influir en las masas mediante la propaganda. No cabe duda de que este tipo humano es nuevo, lo es al menos con relación al siglo XIX. El adelanto que esas gentes indudablemente llevan es de naturaleza enteramente negativa y consiste en que arrojaron antes que la mayoría de los demás el bagaje moral e introdujeron en la política las leyes de la técnica mecánica. Pero ese adelanto será superado -y no, ciertamente, por el hombre moral, el cual necesariamente es inferior a tales gentes en lo que respecta al empleo sin freno alguno de la fuerza bruta, sino que lo será por sus iguales, que habrán aprendido de ellos la lección. Acabará llegando un día en que incluso el más lerdo se dirá: "si a ése le gusta andar haciendo burla de todo, ¿porqué continúa exigiendo que a él se lo respete?...

...De ahí que sea un error qguardar que la religión y la religiosidad vayan a restablecer el orden. Las cosas zoológicas se reproducen, antes por el contrario, en el plano zoológico y las cosas demoníacas, en el demoníaco - es decir, el pulpo gigante atrapa al tiburón y Belcebú, al Diablo...

martes, 17 de febrero de 2015

La poesía...

"...la poesía es historia invisible, es historia no vivida todavía, e incluso su correctivo..."
Ernest Junger
París, 15 de enero de 1942

domingo, 15 de febrero de 2015

Una verdad que espero no nos cueste nuevos muertos.

En los sitios donde domina la canalla se notará que ésta practica la infamia más allá de lo necesario e incluso contra las reglas del arte de la política.Se celebra la infamia como si se celebrase una misa, pues el mysterium del poder del populacho se esconde, en su fondo más profundo, en ella.
Paris, 6 de enero de 1942. Ernst Junger.

viernes, 13 de febrero de 2015

6 de agosto (1915). Trincheras del Lisert.

6 de agosto (1915). Trincheras del Lisert. (En la zona de Monfalcone)

Seguimos aquí. El sitio ya nos resulta odioso; estas trincheras que , al llegar, esperábamos que conformaran la defensa más sólida y cómoda conocida hasta entonces, se ha revelado, por el contrario, como un blanco expuesto y fácil para los austriacos, una posición verdaderamente mortificante para nosotros. Desde aquí es imposible salir al asalto, porque el terreno pantanoso que tenemos delante no lo permite, desde aquí jamás se podrá repeler un ataque enemigo debidamente desplegado; aquí las pérdidas son numerosas y más dolorosas que en cualquier otra parte, porque se antojan inútiles. ¡Mejor las trincheras de la Rocca, mejor aquellas frente a la cota 121! Allí arriba, incluso en las jornadas ociosas, se tenía la sensación de morir por algo, caso de que hubiera sobrevenido la muerte. Pero quizá la realidad sea que tenemos los nervios desechos y ya no somos capaces de soportar pacientemente esta vida; tampoco la cabeza mantiene la serenidad de tiempo atrás. Hoy hace dos meses que, desde Pieris, los voluntarios iniciamos la avanzada, una vez alcanzado el regimiento; y únicamente por el recuerdo de los que éramos entonces, por la voluntad fresca e intrépida de aquellos días, reunimos las fuerzas para aguantar. Sesenta días de desgaste, ¡Sin tregua! Miro las caras de los compañeros supervivientes y me veo reflejado en ellas: resulta doloroso notar que el alma ya no brilla en los ojos de nadie.

Giani Stuparich

jueves, 12 de febrero de 2015

3 de Agosto (1915) Trincheras del Lisert. (Frente Italiano en la zona de Monfalcone/Trieste)

3 de Agosto - Trincheras del Lisert

...No tenía conciencia del tiempo; me doy cuenta ahora de que han pasado ya las dos horas y que alguien se acerca por detrás para el relevo. El regreso es como retomar un sendero después de haber caminado por la cresta de una pared rocosa. Me tumbo detrás de mis toneles de sardinas, pero no me duermo. Una vez relajada la tensión, se apoderan de mí sentimientos y pensamientos refrenados hasta ahora con la voluntad. Ahora capto el peligro cuya presencia ya había advertido. Revivo de manera completamente distinta la situación de hace un momento: me vuelvo a encontrar con la imaginación entre las dos estacas extremas de la alambrada; pero ahora mis sensaciones no son precisas, ahora tiemblo por dentro ante la eventualidad de que una sombra se alce delante de mí, un hombre, en cuyo cálido pecho debería hincar mi dura bayoneta: no, para no matar y para que no me maten, escaparé, gritando la alarma desesperado, hacia mi trinchera, me mezclaré con los otros, formaré parte de un todo que vibra y actúa bajo un impulso común; pero solo no, solo es terrible. Debo dominarme para no temblar físicamente. Me invade una piedad inmensa hacia esta pobre carne, hacia mí mismo, tan pequeño y débil. Tan Firmes, tan decididos a morir y a matar: pero en el fondo, como hojas azotadas por un huracán. Me duermo, necesitado de un consuelo que no puedo pedir a los hombres ni sé implorar a Dios. ...