6 de agosto (1915). Trincheras del Lisert. (En la zona de Monfalcone)
Seguimos aquí. El sitio ya nos resulta odioso; estas trincheras que , al llegar, esperábamos que conformaran la defensa más sólida y cómoda conocida hasta entonces, se ha revelado, por el contrario, como un blanco expuesto y fácil para los austriacos, una posición verdaderamente mortificante para nosotros. Desde aquí es imposible salir al asalto, porque el terreno pantanoso que tenemos delante no lo permite, desde aquí jamás se podrá repeler un ataque enemigo debidamente desplegado; aquí las pérdidas son numerosas y más dolorosas que en cualquier otra parte, porque se antojan inútiles. ¡Mejor las trincheras de la Rocca, mejor aquellas frente a la cota 121! Allí arriba, incluso en las jornadas ociosas, se tenía la sensación de morir por algo, caso de que hubiera sobrevenido la muerte. Pero quizá la realidad sea que tenemos los nervios desechos y ya no somos capaces de soportar pacientemente esta vida; tampoco la cabeza mantiene la serenidad de tiempo atrás. Hoy hace dos meses que, desde Pieris, los voluntarios iniciamos la avanzada, una vez alcanzado el regimiento; y únicamente por el recuerdo de los que éramos entonces, por la voluntad fresca e intrépida de aquellos días, reunimos las fuerzas para aguantar. Sesenta días de desgaste, ¡Sin tregua! Miro las caras de los compañeros supervivientes y me veo reflejado en ellas: resulta doloroso notar que el alma ya no brilla en los ojos de nadie.
Giani Stuparich
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