lunes, 9 de marzo de 2015

En el cementerio, el más abandonado que yo haya visto nunca en mi vida.

Voroshílovsk, 30 de noviembre de 1942

En el cementerio, el más abandonado que yo haya visto nunca en mi vida. Ocupa una superficie rectangular y está cerrado por un muro semiderruido. Llamativa la ausencia de nombres; no se ven apenas ins­cripciones ni en las losas cubiertas de musgo ni tampoco en las cruces de San Andrés erosionadas por el tiempo; esas cruces están talladas en una blanca piedra caliza de color pardo dorado. En una de aquellas cruces, es verdad, creí poder descifrar la palabra patera, escrita en caracteres griegos; me hizo pensar en Kubin y en Perla, su ciudad de sueños; muchas eran las cosas que aquí me recordaban esa ciudad.


Sobre las tumbas han crecido espesos matorrales; también proliferan por todas partes los cardos y los lampazos. En medio de todo aque­llo han sido excavadas nuevas fosas, en forma aparentemente capri­chosa, las cuales no están señaladas por ninguna cruz, ni de madera ni de piedra. Sólo huesos viejos blanquean sobre el removido terreno. Por allí estaban desparramadas, como en un puzzle, vértebras, costillas, tibias; también vi una verdosa calavera infantil que yacía junto al muro.

Ernst Jünger
Radiaciones I

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