lunes, 9 de marzo de 2015

En la vecindad del crimen las cosas pier­den su magia, su olor y sabor

Voroshílovsk, 2 de diciembre de 1942


El hálito del mundo de los desolladores resulta a veces tan per­ceptible que mata completamente las ganas de trabajar, de modelar imágenes y pensamientos. Las malas acciones tienen un carácter so­focante, deprimente; la campiña humana se torna inhóspita, como en ella se ocultase carroña. En la vecindad del crimen las cosas pier­den su magia, su olor y sabor. El espíritu se fatiga con las tareas se había propuesto y que lo ocupaban y reconfortaban. Mas es prec sámente contra eso contra lo que hay que luchar. Los colores de flores que brotan en la mortífera cresta no deben palidecer pa nuestros ojos ni aun cuando se hallen a un palmo del abismo. Esa la situación que yo describo en mi libro En los acantilados de mar.
Ernst Jünger
Radiaciones I

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