Voroshílovsk,
2 de diciembre de 1942
El hálito del mundo de los desolladores resulta a veces tan perceptible
que mata completamente las ganas de trabajar, de modelar imágenes y
pensamientos. Las malas acciones tienen un carácter sofocante, deprimente; la
campiña humana se torna inhóspita, como en ella se ocultase carroña. En la
vecindad del crimen las cosas pierden su magia, su olor y sabor. El espíritu
se fatiga con las tareas se había propuesto y que lo ocupaban y reconfortaban.
Mas es prec sámente contra eso contra lo que hay que luchar. Los colores de
flores que brotan en la mortífera cresta no deben palidecer pa nuestros ojos ni
aun cuando se hallen a un palmo del abismo. Esa la situación que yo describo en
mi libro En
los acantilados de mar.
Ernst Jünger
Radiaciones I
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