Daguerrotipo tomado en Chile entre 1850-53 en Wikipedia |
Muerto en 1884, este gran jurista argentino, también desde el exilio, escribe "El crimen de la guerra"
un gran ensayo que nos permitirá ir develando algunos de los misterios que estudiamos al respecto
1. El crimen de la guerra. Esta palabra nos sorprende, sólo en fuerza del grande hábito que tenemos de esta otra, que es realmente incomprensible y monstruosa: el derecho de guerra, es decir, el derecho de homicidio, del robo, del incendio, de la devastación en la más grande escala posible; porque esto es la guerra, y si no es esto, la guerra no es la guerra.
2. La democracia no se engaña en su aversión instintiva al cesarismo. Es la antipatía del derecho a la fuerza como base de autoridad; de la razón al capricho como regla de gobierno.
La espada de la justicia no es la espada de la guerra. La justicia, lejos de ser beligerante, es ajena de interés y es neutral en el debate sometido a su fallo. La guerra deja de ser guerra si no es el duelo de dos litigantes armados que hacen justicia mutua por la fuerza de su espada.
La espada de la guerra es la espada de la parte litigante, es decir, parcial y necesariamente injusta.
3. El crimen de la guerra reside en las relaciones de la guerra con la moral, con la justicia absoluta, con la religión aplicada y práctica, porque esto es lo que forma la ley natural o el derecho natural de las naciones, como de los individuos. Que el crimen sea cometido por uno o por mil, contra uno o contra mil, el crimen en sí mismo es siempre el crimen.
Se irán publicando más frases
con el tiempo.
En: Alberdi, Juan Bautista. El crimen de la guerra
1° ed., Buenos Aires, Claridad, 2009
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