SMS Helgoland |
Allí mismo se encontraba cuando estalló la guerra.
Richard recuerda que los ánimos estaban decaídos cuando el buque (SMS Helgoland) en el puerto debido a que las noticias que les habían ido llegando mientras navegaban en alta mar no eran nada excitantes; la gente se quejaba por doquier y decía: "Tanto revuelo para nada". Sin embargo, a nadie se le permitió desembarcar; al contrario, cargaron municiones y descargaron lo superfluo. Hacia las cinco y media se dio la señal de "todo el mundo a cubierta" y los hombres se apresuraron a formar. Después, uno de los oficiales de la nave, con mucha decisión y un papel en la mano, les hizo saber que esa noche tanto el ejército como la Armada serían movilizados: "Ya sabéis lo que eso significa: guerra". La orquesta del buque tocó con brío una melodía patriótica que todos entonaron con entusiasmo. "Nuestra alegría y excitación no tenía limite y duraron hasta muy entrada la noche".
Richard Stumpf en: http://www.damals.de/de /8/Matrosentagebuecher -berichten-aus-dem-Kriegsalltag.html?aid =191331&cp=9&action=showDetails |
Pero en medio de todos esos vítores se barrunta ya una extraña asimetría. La energía desatada es colosal y parece arrastrar a todo el mundo. Stumpf toma nota, entre otras cosas y no sin satisfacción, de que varios escritores radicales que se han hecho famosos por sus acerbas y reiteradas críticas a la era del Kaiser Guillermo II ahora redacten altisonantes soflamas de solemne patriotismo. Lo que queda anegado en este maremoto de emociones inflamadas es la cuestión de porqué hay que luchar. Son muchos los que como Stumpf creen saber de qué va la cosa "en realidad" y "esa causa real" está ya sepultada bajo el hecho de estar en lucha. La guerra muestra los primeros signos de convertirse en su propio objetivo. Pocos son ya los que mencionan Sarajevo.
Englund, Peter. La Belleza y el dolor de la Guerra.
La primera guerra mundial en 227 fragmentos.
3° ed, Barcelona, Roca Ed., 2011
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