El problema del instrumento.
Desde que comenzamos a leer "historia" (han caído en nuestras manos una buena cantidad, perdido aún más y prestados el doble sin que sepamos su domicilio actual), nos han llamado la atención algunos problemas surgidos en la consideración de cómo hacer foco en los problemas históricos.
Es así como desde finales del siglo XIX, más importante, desde principios del siglo XX, la ciencia ha buscado expandir las posibilidades de la historia a través de juzgar la constitución de su objeto de estudio.
De tal manera se generaron distintas corrientes que buscan encontrar razones en la economía, en el espacio, en el tiempo, en la psicología, en la sociología, se creyó encontrar armas en la estadística, etc. Es así como se fueron construyendo nuevos enfoques, nuevos caminos, peleando todos por el privilegio de ser la autopista por la cual debería caminar el futuro de la ciencia.
Creemos que la virtud de esta discusión, fue llevar nuevamente a la reflexión, los orígenes de las palabras y su sentido (releer el griego y el latín, lenguas que ya no están a mi alcance) y con ello la recuperación del sentido de las mismas y la re-estructuración del pensamiento lógico que constituye el armazón ideológico en el que se sostienen.
En general, buscando una relación más visual, hemos estado discutiendo la lente, el reloj, y el enfoque. Hemos dado a nuestros estudios la profundidad para ver la parte y nos encontramos sin respuestas para el todo. De hecho es la primera lectura que se hace frente al fracaso de algunas interpretaciones como por ejemplo la marxista. No logran encontrar la manera de corregir el desvío que con el tiempo producen los iniciales errores desechables.
Nos llamó mucho la atención la aseveración que hace Pierre Vilar, sobre la opinión que tenía nuestro historiador héroe Marc Bloch, cuando afirmaba que lamentaba que la historia no les había permitido vislumbrar la guerra que se venía (de la que tuvo contacto en todos sus horrores). Pierre Vilar, tampoco deja pasar en el mismo libro, incluso pese a su origen de izquierda, la duda sobre el significado de palabras, de sustantivos aplicados para explicar la historia, "progreso", "nación", "patria", "clase", etc. (Ello se encuentra en Vilar, Pierre. Pensar históricamente. Madrid, Ed. Crítica. 2004. 241 pp.)
De hecho es una clase magistral en el sentido de las dudas que plantea. Un verdadero logro intelectual.
El muy apasionante relato que hace del período de su formación, los puntos sobre los que se detiene y el encuentro con los momentos pequeños que fueron clave en su pensamiento. Cualquiera que lo lea reirá y se entristecerá con el autor, transformando esta breve autobiografía en imágenes realmente descriptivas.
Lo que nos lleva al último retorno de la historia, el tratamiento de dos hechos lingüísticos, el hecho profundo, notable e insustituible de que la historia es una narración (nos guste o no, depende de ello) y de la importancia del valor de las palabras, de cada una, existiendo una real preocupación por las traducciones en todas la lengua, pero mucho más de las nuevas traducciones del griego y el latín. Esto se observa en la carrera por la re-descripción de conceptos y palabras según se usen por una corriente u otra. (no sólo de la historia).
Sin embargo hemos encontrado en el relato de Vilar, algo que ya habíamos leído en Paul Jhonson. En el primero entrevimos lo que el segundo pone de manifiesto por escrito. Dice "Los sentidos, cuyas percepciones empíricas plasmaban nuestras ideas del tiempo y la distancia, del bien y el mal, del derecho y la justicia, y la naturaleza del comportamiento del hombre en sociedad, no merecían confianza." (Tiempos Modernos. La historia del siglo XX desde 1917 hasta la década de 1980. Argentina, Javier Vergara, 1988. pág. 23)
Paul Jhonson tiene en su libro un comienzo especial, muestra una línea conductora, que relaciona en la época, lo científico, lo político y lo artístico con lo económico y social. Traza una línea que lamentablemente no ahonda. La línea de las re-interpretaciones de la búsqueda de los nuevos significados. Los capítulos iniciales son soberbios, los siguientes son clichés.
El punto importante radica en la necesidad de reconsiderar entonces, los sentidos y con ellos las percepciones.
Eso nos lleva a buscar un instrumento que nos permita "comprender", "describir" y "explicar" "objetivamente" los cambios para los cuales los parámetros que teníamos no sirven. Los parámetros no sirven pues las escalas ya no están (al haberse destruido la idea de la Muerte Bella). Y como entendemos que el problema de los sentidos y las percepciones son lo que aquejan a las artes, pues están buscando "la nueva belleza" (una que integre la totalidad), lo que contendría la nueva medida de la escala.
Es así entonces que creemos que debemos empezar a estudiar el arte como corriente de pensamiento, en el doble sentido de, búsqueda de nuevas formas de interpretación de la realidad como en el sentido de "puja" por lograr la supremacía de la idea que contienen.
Ello sólo puede surgir de una abstracción que lleve a la generalización al punto exactamente anterior de convertir un hecho histórico en un problema filosófico.
Entrever lo que nos sucede es un tema filosófico, cómo se ha llegado a él es histórico, comprender el hecho como desarrollo en el tiempo lo distingue de la antropología y de la sociología.
Con suerte, si no estamos equivocados, encontraremos el camino de reconstrucción de los valores, y que tenemos la impresión, tienden a execrar la guerra y poner de manifiesto la idea de que no existe progreso sino es a través del progreso del prójimo.
...Si las puertas de la percepción se abrieran, el mundo aparecería ante el hombre como es, infinito...
William Blake
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